Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Jeremías 29:11

Hemos aprendido que cada víspera de año nuevo siempre es una mezcla de emociones y sentimientos, alternado también de mucha expectativa por el año por venir, para muchos esta es una fórmula para la ansiedad y en ocasiones hasta para la depresión, nuestra vida e idea de un futuro sin problemas y con suficientes recursos para no necesitar nada es tan frágil, cuando lo inesperado aparece, la enfermedad, ciertas carencias y urgencias, e inclusive la incertidumbre de lo porvenir.

Somos maquinas de hacer planes y después nos desmoronamos al no verlos hacerse realidad. Cuantos de nosotros hacemos planes cada inicio del año de tener una mejor vida, más saludable, de ejercitarnos más, de tener una mejor economía, deber menos, cambiar en nuestro trato con las personas o dejar hábitos que afectan de cierto modo nuestra vida familiar o personal, e inclusive hay quien promete o planea acercarse mas a Dios, leer más, orar más, etc.

Y es en el proceso de llevar a cabo esos planes en el que en ocasiones perdemos nuestro enfoque, nos desmotivamos muy pronto y nos rendimos en el intento. Aquí es donde la palabra que dijo Jeremías tiene que tomar valor, en la promesa de que, a pesar de nuestra humanidad e imperfección, Dios siempre está ahí como buen padre para darnos la fuerza necesaria y poder alcanzar nuestro objetivo o nuestras metas, debemos de comprender que nuestros planes deben descansar en los planes de nuestro Dios, deben aferrarse e incrustarse en el corazón de Dios. Es ahí donde nace toda esperanza de alcanzar lo que queremos emprender, más allá de nuestra búsqueda constante de éxito los planes que Jesús tiene para nosotros tienen que ver con lo que necesitamos y no con lo que solo deseamos.

Experimentar la vida con todos su altibajos, logros, alcances y adversidades es parte de nuestra existencia y debemos valorar cada lección aprendida, así que tomemos este nuevo año y todo lo que viene con el como parte de nuestra experiencia de aprendizaje y movámonos al futuro innegable y maravilloso que tenemos en Jesús.

Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. Filipenses 3:13

No temamos al porvenir, en algún momento eso será parte de nuestro pasado. Luchemos por alcanzar todo lo que emprendamos en Él, trabajemos por sincronizar nuestro plan con el plan de Dios, y por alcanzar lo que Él ya nos dio como victoria. Vivimos en el curso de las bendiciones. No solo seamos espectadores de las crisis, seamos protagonistas del cambio

¡Vive tu destino en el ahora!

Por un 2024 unidos Ekklesia.

Sergio Morales.

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